domingo, 28 de diciembre de 2014

Natillas perfumadas




William-Adolphe Bouguereau, La taza de leche


Mejor
 que la leche pase,
 tibia,
 por obra de tus manos,
desde la vaca
al cuenco
asentado en tu vientre.
Si es así,
solo bastará espesarla
a fuerza de harina
o de fécula,
mareando la blancura
con una vara
de madera.
No olvides perfumarla
con naranja seca,
con limón,
con ramas de canela.
Y volverás a ser niño
cuando la comas
bajo la luna llena.
 
María Teresa Anduetto
Palabras al rescoldo (1993)
 
 
 
 
 

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