jueves, 2 de agosto de 2012

Joaquín Sorolla, el pintor de la luz II




Niños a la orilla del mar, verano, 1903
 Museo Sorolla


Las pinturas de Sorolla más conocidas son sus escenas de playa. Con esta obra, Verano, comienza un nuevo camino. Cuando cesa la etapa de crítica social, cambia radicalmente su concepción de la pintura. El protagonismo lo adquiere ahora la luz. Es en este punto cuando empieza a ser criticado por sus contemporáneos, muchos de los cuales preferían la visión de otros pintores como Zuloaga. En sus nuevos óleos, el artista olvida la crítica a la realidad española. Muestra niños sanos jugando o nadando a orillas del mar bajo la mirada incesante de sus madres. La captación de lo fugaz, lo momentáneo, se convierte en una obsesión, y esta obsesión por los efectos luminosos llegó hasta tal punto que creyó fracasar:

 “Los pintores no pueden nunca reproducir la luz del sol como es en realidad…Yo solo consigo acercarme a su verdad”.

Su gran logro fue también su principal crítica. Valle –Inclán llega a llamarlo, junto a otros pintores de la escuela naturalista, “bárbaros luminosos”. Crítica debida a una manera optimista de ver España (la luz vence a la sombra) muy contraria a la visión de los escritores de la Generación del 98.

Pasaba los inviernos en Madrid y los veranos en las playas valencianas. Trasladaba a la playa su caballete y sus lienzos, y allí pasaba gran parte de la jornada plasmando en ellos las escenas que tanto le gustaban y que iluminaría con la luz de las diferentes horas. 

Escribía Sorolla a su mujer en noviembre de 1907:
Querida Clotilde. Estoy ya en ésta desde las 4 de la tarde, y he gozado mucho con el espléndido espectáculo de tanta luz y color. El día tibio y agradable contribuye; no he desperdiciado un momento viendo cosas bonitas: ¡el agua era de un azul tan fino! y la vibración de luz era una locura. He presenciado el regreso de la pesca: las hermosas velas, los grupos de pescadores, las luces de mil colores reflejándose en el mar, la picante conversación de muchos de mis viejos modelos, me proporcionaron un rato difícil de olvidar.

Sus escenas de playa reflejan el estado anímico del pintor; al principio son más agitadas, con niños correteando y, poco a poco, más pausadas, sobre todo, después del  éxito obtenido en los Estados Unidos.


La hora del baño, 1904
Colección privada

  
Verano, 1904


Niños corriendo por la playa, 1908
Museo de Bellas Artes de Asturias


Museo Sorolla


En los primeros meses de 1909 expone en Estados Unidos con un éxito absoluto. Los lienzos que realiza durante el verano siguiente muestran la satisfacción del pintor. Son vitalistas, de paleta brillante pero moderada en las luces y muy elegantes. En este caso, recoge a su mujer, Clotilde, y a su hija mayor, María Clotilde, paseando por la playa.

Realiza una serie de temas de playa que se caracterizan por ser pausados, tranquilos, sin aguas agitadas ni niños correteando por la arena. Representa adolescentes y damas a la orilla del mar. Cobran una gran relevancia la sombrillas, que filtran la luz solar y su paleta se suaviza, impulsando los valores de los blancos.



La hora del baño, Valencia, 1909
Museo Sorolla


Niña en la playa, 1910


Rapidez para captar el instante, la luz, casi como una fotografía.

Él mismo dejó escrito  lo que para él significaba la pintura:

"Me sería imposible pintar despacio al aire libre. No hay nada inmóvil en lo que nos rodea. Pero aunque todo estuviera petrificado y fijo, bastaría que se moviera el sol, lo que hace de continuo, para dar diverso aspecto a las cosas".

Un vídeo que refleja esta idea de Sorolla: la captación de lo momentáneo y lo fugaz durante este paseo a la orilla del mar.






Un repaso de sus obras, acompañado por Dmitri Shostakóvich 






Para terminar, su última obra catalogada: El estudio de Cristo, fechada en 1883. Fue pintada durante su etapa de juventud, mientras trabajaba en el estudio fotográfico de su futuro suegro. Y Sorolla se la regaló a su futura suegra. La pieza fue subastada como anónima en 2006, y ha sido descubierta por el grupo de investigadores que dirige Ximo Company, catedrático valenciano de Historia del Arte.

Una obra singular dentro de su trayectoria pictórica, con claras influencias de Velázquez, su tan admirado pintor:

«Luego he hecho una corta visita a Velázquez que aunque cariñoso y comunicativo, te pone serio y de mal humor, vaya un coloso, eso es lo mejor del mundo», escribió Sorolla a su mujer Clotilde tras una visita al Prado.




Estudio de Cristo (detalle)







4 comentarios:

Es cielo y es azul dijo...

¡Qué bonito, Rosa!
Sorolla es el Mediterráneo. Siempre he pensado que sólo alguien que ha nacido aquí, como Sorolla, es capaz de plasmar esta luz en un lienzo.
Las pinturas de Sorolla son escenas, que cambiando las vestimentas de los protagonistas por las actuales, todos lo que somos mediterráneos hemos vivido de algún modo.
¡Muchas gracias por hacernos disfrutas con estas entradas sobre el pintor de la luz!

Rosa dijo...

Gracias a ti, amiga.
Un beso.

Clarissa Rodriguez dijo...

¡Qué maravilloso!
Sorolla sabe captar esa emoción tan serena que nos produce estar junto al mar. Parece que hasta el ritmo del corazón entra en armonía con el ir y venir de las olas y la brisa marina nos lleva a las profundidades de la ensoñación.
Cada imagen aquí parece cobrar vida gracias a tus comentarios y entonces Sorolla se vuelve más cercano (aunque yo no conozco el Mediterráneo, sólo el Atlántico y el Pacífico). Creo que esta es la maravillosa esencia del arte: es universal.

Muchas gracias, Rosita, por compartir tu precioso trabajo.

Rosa dijo...

Es verdad, Clarissa, comparto lo que dices. A medida que colocaba las obras para esta entrada, sentía las mismas sensaciones que describes. La luz que reflejan realmente envuelve y sosiega; no en vano ha sido calificado más de iluminista que de impresionista. Pienso que ningún otro pintor impresionista, incluyendo a Monet, logró plasmar la luz del sol de forma tan brillante, inunda el cuadro.
Como bien dices el arte es universal, siempre nos acerca.
Muchas gracias por tu visita y por el Arco iris que algún día utilizaré.
Un beso, amiga.

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